ANTE EL 12 DE OCTUBRE

Hay efemérides que nos mueven a dirigir una mirada hacia la espesura de nuestra historia; en ella encontramos nuestros verdaderos valores. El 12 de Octubre es una de esas fechas, se diga lo que se diga sin razón contra ella, de nuestro más legítimo orgullo. No se piense por esto que cuantos compartimos este sentimiento somos de carácter conservador y tradicionalista, sino por el contrario amantes del conocimiento del pasado. Los tradicionalistas más que amar el pasado pretenden hacerlo presente. Amar el pasado es simplemente congratularse de que haya sucedido. Su relato es el camino más corto al íntimo fondo de una realidad apasionante. En más de una ocasión he afirmado, y me reitero, que de cuantas empresas ha acometido España en los siglos pasados, la epopeya americana es la principal porque dio vida –cuerpo y espíritu- a una comunidad de pueblos libres, a veinticinco naciones independientes, si excluimos los estados de norteamericanos que siente el orgullo de su origen hispano. Todos hermanados por una misma lengua, cultura, mentalidad, tradiciones y creencias. Sin duda un privilegio que no tiene paralelismo en la historia. Pero hay más, y es que en este proceso, que a la gran mayoría de españoles nos enorgullece, América fue el gran crisol de las Españas, porque en ella se fundieron andaluces, extremeños, castellanos, aragoneses, gallegos, valencianos, asturianos, catalanes y vascos; a su vez todos ellos unieron su sangre con las razas indígenas con lo que se acabó de consolidar en el Nuevo Mundo un fecundo mestizaje, fiel reflejo de una actitud ante la vida. Hoy tenemos suficiente perspectiva para enfocar con objetividad la empresa de España en América, sin triunfalismos ni derrotismos hipercríticos. Aquella aventura, precisamente por su inmensidad, tuvo sus aciertos y errores, como toda obra humana, pero con realidades tan positivas como el reconocimiento de la libertad del indígena y las fórmulas de convivencia. En cuanto a los errores, fueron resultado de las mentalidades y costumbres de una época en que las luces del Renacimiento no conseguían superar lo mucho de barbarie que permanecía en el espíritu humano, y que persevera aún en los tiempos actuales. La obra de España en América admite una doble valoración: como empresa heroica, más propia de titanes que de hombres y por la formidable acción civilizadora inspirada en razones altruistas dignas del mayor reconocimiento. El momento heroico lo escribieron descubridores, exploradores y conquistadores cuyas acciones además de sorprendernos por su intrepidez e ingenio nos abruman por las dimensiones colosales del escenario en el que la triple hazaña se desarrolló. Fue un esfuerzo nítidamente hispánico, incluido el descubrimiento, a pesar de la eterna polémica del origen de Colón, que acudió a los Reyes Católicos por el desarrollo náutico alcanzado por Castilla, y otras razones. Los marinos de la baja Andalucía y cántabros surcaban el Atlántico hasta alcanzar las Canarias, las costas del Sahara y Guinea. La hazaña de 1492, que ensanchó el horizonte del mundo a sus máxima extensión es española en todo: el respaldo estatal fruto de la visión de una reyes excepcionales, la financiación, la ciencia y la experiencia marinera, los navíos, los tripulantes… La exploración del Nuevo Mundo sobrecoge por la dimensión colosal de los actores, auténticos héroes homéricos; su exploración y la de los grandes Océanos no han sido suficientemente valoradas. Ante esta empresa el mismo descubrimiento palidece, y evidencia hasta qué punto los historiadores son caprichosos a la hora de exaltar y ponderar las gestas que estudian. Si contrastamos la inmensidad del Nuevo Mundo con la pequeña España resulta difícil de comprender cómo un puñado de sus hombres en no más de un cuarto de siglo recorrió las más abruptas, inhóspitas y extensas regiones y surcaron inmensos océanos, hasta conseguir la redondez de la tierra. Desde el Cañón del Colorado hasta la Patagonia, desde la Amazonía hasta las cumbres de los Andes, tres océanos y numerosos mares interiores; tales expediciones nos asombran ante los trabajos de Cortés, Pinzón, Ojeda, Nicuesa, Balboa, Ponce de León, Elcano, Alvar Núñez, Hernando de Soto, Orellana, Martínez de Irala…, no parecen humanos sino seres mitológicos dotados de fuerzas sobrenaturales. Muchos de estos capitanes que pasan por conquistadores fueron auténticos exploradores y colonizadores. La acción de España en el Nuevo Mundo fue profundamente civilizadora, ajustada a cuatro postulados: libertad del indio, mestizaje, equiparación administrativa y transculturización. La libertad del indio proclamada por Isabel la Católica en 1500 es nuestro primer y legítimo orgullo, y para entender la trascendencia de su decisión sin parangón en su tiempo, recordemos que en el siglo XV la esclavitud estaba legalmente reconocida, y los abusos, que se produjeron, fueron combatidos por los mismos españoles entre los que destacó el padre Las Casas, por el contrario no hubo figura semejante ni leyes parecidas en las colonizaciones inglesa y francesa. Mientras, aquí algunos aplauden las voces que denigran la obra de España en América, fruto de nuestra insólita tendencia autodestructiva.

ANTE EL 12 DE OCTUBRE

Hay efemérides que nos mueven a dirigir una mirada hacia la espesura de nuestra historia; en ella encontramos nuestros verdaderos valores. El 12 de Octubre es una de esas fechas, se diga lo que se diga sin razón contra ella, de nuestro más legítimo orgullo. No se piense por esto que cuantos compartimos este sentimiento somos de carácter conservador y tradicionalista, sino por el contrario amantes del conocimiento del pasado. Los tradicionalistas más que amar el pasado pretenden hacerlo presente. Amar el pasado es simplemente congratularse de que haya sucedido. Su relato es el camino más corto al íntimo fondo de una realidad apasionante. En más de una ocasión he afirmado, y me reitero, que de cuantas empresas ha acometido España en los siglos pasados, la epopeya americana es la principal porque dio vida –cuerpo y espíritu- a una comunidad de pueblos libres, a veinticinco naciones independientes, si excluimos los estados de norteamericanos que siente el orgullo de su origen hispano. Todos hermanados por una misma lengua, cultura, mentalidad, tradiciones y creencias. Sin duda un privilegio que no tiene paralelismo en la historia. Pero hay más, y es que en este proceso, que a la gran mayoría de españoles nos enorgullece, América fue el gran crisol de las Españas, porque en ella se fundieron andaluces, extremeños, castellanos, aragoneses, gallegos, valencianos, asturianos, catalanes y vascos; a su vez todos ellos unieron su sangre con las razas indígenas con lo que se acabó de consolidar en el Nuevo Mundo un fecundo mestizaje, fiel reflejo de una actitud ante la vida. Hoy tenemos suficiente perspectiva para enfocar con objetividad la empresa de España en América, sin triunfalismos ni derrotismos hipercríticos. Aquella aventura, precisamente por su inmensidad, tuvo sus aciertos y errores, como toda obra humana, pero con realidades tan positivas como el reconocimiento de la libertad del indígena y las fórmulas de convivencia. En cuanto a los errores, fueron resultado de las mentalidades y costumbres de una época en que las luces del Renacimiento no conseguían superar lo mucho de barbarie que permanecía en el espíritu humano, y que persevera aún en los tiempos actuales. La obra de España en América admite una doble valoración: como empresa heroica, más propia de titanes que de hombres y por la formidable acción civilizadora inspirada en razones altruistas dignas del mayor reconocimiento. El momento heroico lo escribieron descubridores, exploradores y conquistadores cuyas acciones además de sorprendernos por su intrepidez e ingenio nos abruman por las dimensiones colosales del escenario en el que la triple hazaña se desarrolló. Fue un esfuerzo nítidamente hispánico, incluido el descubrimiento, a pesar de la eterna polémica del origen de Colón, que acudió a los Reyes Católicos por el desarrollo náutico alcanzado por Castilla, y otras razones. Los marinos de la baja Andalucía y cántabros surcaban el Atlántico hasta alcanzar las Canarias, las costas del Sahara y Guinea. La hazaña de 1492, que ensanchó el horizonte del mundo a sus máxima extensión es española en todo: el respaldo estatal fruto de la visión de una reyes excepcionales, la financiación, la ciencia y la experiencia marinera, los navíos, los tripulantes… La exploración del Nuevo Mundo sobrecoge por la dimensión colosal de los actores, auténticos héroes homéricos; su exploración y la de los grandes Océanos no han sido suficientemente valoradas. Ante esta empresa el mismo descubrimiento palidece, y evidencia hasta qué punto los historiadores son caprichosos a la hora de exaltar y ponderar las gestas que estudian. Si contrastamos la inmensidad del Nuevo Mundo con la pequeña España resulta difícil de comprender cómo un puñado de sus hombres en no más de un cuarto de siglo recorrió las más abruptas, inhóspitas y extensas regiones y surcaron inmensos océanos, hasta conseguir la redondez de la tierra. Desde el Cañón del Colorado hasta la Patagonia, desde la Amazonía hasta las cumbres de los Andes, tres océanos y numerosos mares interiores; tales expediciones nos asombran ante los trabajos de Cortés, Pinzón, Ojeda, Nicuesa, Balboa, Ponce de León, Elcano, Alvar Núñez, Hernando de Soto, Orellana, Martínez de Irala…, no parecen humanos sino seres mitológicos dotados de fuerzas sobrenaturales. Muchos de estos capitanes que pasan por conquistadores fueron auténticos exploradores y colonizadores. La acción de España en el Nuevo Mundo fue profundamente civilizadora, ajustada a cuatro postulados: libertad del indio, mestizaje, equiparación administrativa y transculturización. La libertad del indio proclamada por Isabel la Católica en 1500 es nuestro primer y legítimo orgullo, y para entender la trascendencia de su decisión sin parangón en su tiempo, recordemos que en el siglo XV la esclavitud estaba legalmente reconocida, y los abusos, que se produjeron, fueron combatidos por los mismos españoles entre los que destacó el padre Las Casas, por el contrario no hubo figura semejante ni leyes parecidas en las colonizaciones inglesa y francesa. Mientras, aquí algunos aplauden las voces que denigran la obra de España en América, fruto de nuestra insólita tendencia autodestructiva.

"LA ESPAÑA ETERNA"

En estos momentos de preocupación por la situación que atraviesa España, lejos de mi la tentación relatar las contradicciones entre promesas y realidades, porque el sentido de Estado aboca a superar el contraste entre el deber ser y lo que ocurre en la práctica política del día a día. Sí, ciertamente hay algo de canovismo en lo que afirmo pero es que en España los saltos en el vacío, aquella España a la que Ortega definía como nación de “arrancadas de caballo y paradas de burro, que con sus continuos partir de cero le han pasado dramáticas facturas. Prescindiendo de las declaraciones y mítines, planteados como novenas laicas dirigidas a los ya convencidos, como simple ciudadano preocupado por el momento presente plantearía a la sociedad que a la hora de votar analizara en los programas y debates las propuestas de los candidatos. En mi opinión hay cuestiones urgentes que abordar y que sin pudor alguno aplaudiría a rabiar. Pero considero que ante todo es inaplazable la tarea de españolizar España, que espléndidamente argumenta el catedrático de Derecho Constitucional, Dr. Manuel Ramírez. No es desde luego una frase más o menos bonita. Es preciso y urgente retomar, divulgar y valorar el sentido de “patria común” en el mismo sentido que lo hace la Constitución de 1978, que con sus buenas disposiciones, y otras perfectibles, hemos heredado los españoles como legado histórico. Ello supone efectivamente la defensa de un sentimiento nacional, que a diferencia de los nacionalismos no es excluyente sino universalista e integrador de todo lo que el gran historiador José Antonio Maravall denomina “lo común”. Un sentimiento del que hay que sentirse orgullosos y que aflora en sus símbolos que por eso los disgregadores atacan con verdadera inquina. Es la admiración que sentimos ante naciones como los EE.UU, a pesar de su federalismo, o Francia que vibra ante su Marsellesa, asumiendo su pasado y no avergonzándose ni de Napoleón ni de De Gaulle. Con no poca frecuencia se acusa a la derecha de monopolizar el concepto de España y de lo español pero como consecuencia del repliegue que en este tema ha hecho la izquierda empeñada en emplear el término Estado por el de España, o el de “plurinacional”, que es un grave error conceptual, o el de estructura “asimétrica” que oculta un profundo sentido antisolidario. El camino que transitamos es peligroso y no sabemos cuál puede ser el final disgregador si no se ataja pronto con decisión y sacrificio. La izquierda tiene que recuperar el sentido nacional sincero de aquella “España eterna” a la que se refirió Azaña precisamente en Barcelona cuando, con la derrota inminente, pedía a las futuras generaciones paz, piedad y perdón. Aquella España que añoraba el exilio y que llevaba a Prieto a los aeropuertos mejicanos a ver llegar a los españoles. La que siempre estuvo en la nostalgia de los exiliados que nunca olvidaron “nuestras cosas”. Ciertamente hemos llegado a un punto que no hace fácil la solución de un problema que está mostrándonos en toda su crudeza su gravedad. Harán falta estudios y generosidad por todas partes; el primer esfuerzo comprender que el hecho “diferencial”, cierto o inventado, no da derecho a nada y que sentirse español, como alemán o francés, es sobre todo el gran proyecto y la gran conquista que hay que emprender desde ahora mismo, sin más dilación, sin más concesiones que ya estamos viendo en la hora presente para lo poco que han servido. Emilio Atienza Rivero

Ante la conmemoración de la Toma 

Emilio Atienza 
 













 
UNA vez más, en los últimos años, al aproximarse el 2 de enero se producen conatos de ciertas minorías, algún que otro comunicado en prensa, conferencia, recital, etc., planteados con el prioritario objetivo de liquidar la conmemoración de la Toma de Granada por los Reyes Católicos con el argumento de que representa la intolerancia, y, para colmo de dislates, se empeñan en mostrarla como celebración propia del franquismo. Ni lo uno ni lo otro. No se cansan, a pesar de la rotunda repuesta que año tras año le da la ciudadanía granadina a sus tergiversaciones. Sencillamente porque pocas festividades trascendentales son tan populares y están tan profundamente arraigadas en los granadinos como la de la Toma, después de más de 500 años de celebraciones ininterrumpidas, por encima de regímenes y conflictos. Y esto porque tiene rasgos propios, escenas que todos los años se repiten, siempre con algún punto de novedad, y que generan entusiasmo en todas las clases sociales, sencillamente porque despierta el recuerdo de tiempos de grandes sacrificios y enormes logros: Aquí, en Granada, por esta ciudad, entró a raudales el pensamiento europeo a través de las cortes de los Reyes Católicos y su nieto Carlos I; aquí, en la Granada renaciente, se ultimaron los planes que extendieron el Humanismo por el inmenso continente americano que hoy piensa y se expresa en español.
Hay realidades intocables y sin duda una de ellas es la conmemoración del 2 de enero de aquel extraordinario, "admirabilis", 1492. ¿Con qué insolencia se nos puede pedir que olvidemos estos hechos? La Tolerancia que se demanda, hoy es práctica habitual entre nosotros y desde luego no es negociable. Sobre este tema podríamos hablar largo y tendido.
Cuando a la hora establecida de hoy 2 de enero, salga al balcón principal del Ayuntamiento, lleno de orgullo, el concejal encargado de tremolar el glorioso estandarte a los gritos de "Granada, por los ínclitos reyes Don Fernando V de Aragón y Dª. Isabel I de Castilla", provocando la colectiva respuesta de los cientos de granadinos entusiasmados por el recuerdo de un fecundo pasado, que se transmite de generación en generación conmemoraremos, una vez más, la liquidación de un largo período de ocupación de la Península por una cultura ajena a nuestra tradición clásica grecorromana, enriquecida con la aportación judeocristiana, que constituyen la esencia de la Civilización Occidental, y nuestra definitiva incorporación al escenario europeo y de la razón científica y la lógica, que hicieron posibles el Renacimiento, la Ilustración, el Liberalismo y el Marxismo, y las sucesivas revoluciones de toda naturaleza que alumbraron un oasis de prosperidad, en su más amplio sentido, culminada por la irrenunciable declaración de Derechos Humanos, que aseguran libertades y derechos de toda condición para la plena realización del ser humano.
Ante una realidad histórica innegable, cuando cada año se acerca el momento del recuerdo de la rendición de Granada a los Reyes Católicos se suceden los despropósitos y falsedades. Cansados de tanta charlotada los denunciamos porque es ilegítimo interpretar los hechos ocurridos hace cinco siglos con criterios políticos de hoy, y deformarlos para que se ajusten a prejuicios ideológicos actuales: porque los Reyes Católicos no fueron más belicistas que sus contemporáneos, ni remotamente comparables con los sultanes del mundo musulmán, y, finalmente, porque la Historia de Andalucía no se reduce a su pasado islámico ni mucho menos, que seguro no nos habría conducido a un mundo más feliz.
Durante los años del franquismo, en particular hasta finales de los cincuenta del pasado siglo, se vivió una exaltación de la figura de los Reyes Católicos y se decía que la guerra civil había sido el final de la Reconquista. Una mentira estúpida, pero no menos que andar diciendo hoy que el 2 de enero de 1492 fue como el 18 de julio de 1936 o que la conquista fue un genocidio.
 
Hace algunos años le leí a Antonio Muñoz Molina un artículo sobre esta absurda polémica del que tomo el párrafo que sigue: « Basta ya de embustes, que no son menos dañinos porque pretendan cubrirse con coartadas progresistas, basta ya de modificar el pasado al gusto de una especie de abertzalismo que se aprovecha de la ignorancia en beneficio de un oportunismo político de quinta categoría. Ante la mentira no se debe tener miedo a repetirse porque es una ofensa para las víctimas de los verdaderos genocidios. Pero ya es el colmo comparar un episodio militar y diplomático medieval con un golpe de mano contra una República democrática y una política posterior de terror planificado, con la eficacia de los medios del siglo XX, es un disparate, incluso añadiría que una frivolidad, pero el respeto que me merecen las víctimas me impide usar la expresión adecuada».
 
Me uno a la petición tan frecuente de que los demagogos del victimismo y el abertzalismo andalusí estudien un poco más de Historia, alguna conclusión extraerían, por ejemplo, cuando al revisar la salida de Granada del rey Boabdil leyeran el respeto con el que lo trataron, como pudo retirarse con sus servidores, más íntimos colaboradores, su hacienda y toda la tristeza que el Romanticismo le adjudicó, y la compararan con la salida del Ayuntamiento del último alcalde republicano José Fernández-Montesinos después de la otra "toma" del 18 de julio de 1936, punto de partida de ese régimen que se empeñan en comparar con aquel estado moderno creado por aquellos irrepetibles soberanos. No se puede establecer un arco de 500 años sobre los mismo hombros ideológicos.
 
Decía María Zambrano que España es un país que acepta con enorme dificultad su propia historia y la suele entender como sombra, como culpa, y esto en un país cuyos ciudadanos tiene un gran pasado aunque no lo sientan con el entusiasmo que lo viven los países de nuestro entorno europeo. ¡Cuánta vigencia tiene hoy la pregunta que se hacía Lope de Vega en La Dragontea (1598)!:
«¡Oh, patria! cuántos hechos, cuántos nombres,
cuántos sucesos y victorias grandes
Pues que tienes quien haga y quien te obliga,
¿por qué te falta, España, quien lo diga?».

 

MÁS QUE TERROR

Más que terror – Serafín Fanjul.


A veces envidio las circunstancias, más que el tiempo, en que don Emilio García Gómez y esta página Tercera se honraban mutuamente con sus estupendos escritos sobre poesía árabe, historia de al-Andalus o reflexiones varias de Humanismo. Por entonces, los árabes no constituían amenaza alguna y sí un apasionante campo de estudio y difusión cultural. Por otra parte, algún sector del arabismo no había derivado todavía hacia el activismo político en beneficio de dictadores, reyezuelos o extremistas musulmanes y el interés se centraba en las cosas mismas, no en utilitarios objetivos de designación directa. Pero ya no hay sitio para el sosiego. La demografía galopante, la posesión y uso del petróleo como arma de presión (por las implicaciones energéticas, comerciales o financieras en Occidente), la explosión del islam en busca de un imaginario pasado de perfecciones, paralela al repliegue sobre sí misma de una Europa que no cree en nada si no es en lejanas ballenas o histerias climáticas de fundamento dudoso, han cambiado tanto el paisaje que difícilmente lo reconocerían los maestros de don Emilio, Asín Palacios o Julián Ribera.

Hoy nuestra tarea es otra y por más que prefiriese hablar de las ocres casbahs del sur, o de niñas que cargaban cántaros y pastoreaban a sus hermanillos, no podemos cerrar los ojos ante lo que está sucediendo en Marruecos: el fanatismo y sus bombas han aventado las sonrisas amables y el escapismo turístico. Pero también ponen en entredicho la supuesta democratización del régimen y prueban la existencia de un sólido sustrato irracional que de modo intermitente reaparece año tras año. Y van más de veinte desde el ataque al restaurante El Descanso, en la carretera de Barcelona; cuatro desde el atentado contra la Casa de España en Casablanca; tres desde la matanza de Atocha, perpetrada, al parecer, por marroquíes, al menos como autores materiales; y sólo unos días desde la bomba contra un cibercafé. Cuatro terroristas han perecido anteayer víctimas de sus propios explosivos o de las expeditivas acciones de la policía marroquí: si no han estado nunca en Marruecos y quieren hacerse una idea, vean la película Babel y presenciarán una muestra fidedigna de sus procedimientos, sin mezcla de exageraciones de espectáculo. Ayer, en Argelia, los secuaces del F.I.S. nos recuerdan que siguen vivos y sin la menor intención de limitarse a la acción política con dos nuevos atentados y muchas víctimas nuevas.

El axioma del origen económico -la pobreza- del terrorismo islámico es un lugar común de elementalidad sonrojante cuando lo esgrimen impertérritos autotitulados intelectuales: no explican la procedencia acomodada de muchos de los asesinos, ni los ingentes recursos de que disponen para fines nada santos países como Arabia Saudí, Kuwait, etc., ni por qué en otras latitudes no menos depauperadas no asoman movimientos similares, con proyección sobre el Globo entero, de manera análoga a los crímenes que comete el denominado, más por cobardía que por eufemismo, «terrorismo internacional». ¿Quién se imagina a los colombianos, martirizados desde el lejano 1948, tras la muerte de Eliezer Gaitán, por el ciclo insurrección-represión, colocando bombas justicieras en el Metro neoyorquino? ¿Es pensable siquiera que los alemanes expulsados de Prusia, Pomerania y Silesia se hubieran dedicado a partir de 1945 a gimotear, mientras derribaban en vuelo aviones neozelandeses o surafricanos con el argumento de que les habían arrebatado su patria? El terror a escala planetaria desencadenado por musulmanes responde a resentimientos y frustraciones de orden ideológico mezcladas con la religión, sin que ésta, originariamente, haya cumplido otra función que la de alacena de donde extraer recuerdos para recubrir de santidad la barbarie. El desdén absoluto de los musulmanes por otras culturas -fuera de la instrumentación de la tecnología-, la convicción (a todas luces absurda) de la superioridad de su fe y de su sociedad, la conciencia de su inferioridad material y política, confrontados con una realidad tan subsidiaria que termina empujando a millones de personas a vivir entre los odiados occidentales, han cristalizado en rencor implacable, que unas veces arremete contra otros musulmanes a quienes se acusa de apostasía (takfir, recordamos que en el islam se castiga con la muerte) y otras se vierte contra los investidos como culpables por los mismos criminales, ya se trate de un jefe del Pentágono o de una alcalaína que viajaba en tren a su trabajo. Todos culpables.

Pero un movimiento de tales proporciones, de psicología de masas que se consideran agraviadas, con razón o sin ella, no surge y se multiplica desde la nada o sobre la única base de ensoñaciones siniestras de unos pocos orates visionarios, requiere un basamento social amplio proclive a escuchar y jalear semejantes mensajes. En las últimas pseudoelecciones marroquíes el partido Justicia y Desarrollo, de islamistas «moderados» -seguimos sin oír cuál es la diferencia entre moderados y extremistas- no llegó a alcanzar el 5 por ciento de los votos y desconocemos cuántos obtendría el ilegal, por ahora, Justicia y Caridad del jeque Yasin, pero repitamos el secreto a voces: si en algún país musulmán se dieran elecciones libres, los integristas islámicos ganarían de calle. Y así ha sucedido en las contadas ocasiones en que los comicios fueron relativamente limpios, caso de Argelia y Turquía. Marruecos no es una excepción, pese a las apariencias de modernidad en algunas ciudades o de los papeles de ciertos escritores que adoptan la sabia precaución de vivir en Francia. En las metástasis terroristas del islam no hay necesariamente difusión, aunque unos y otros grupos se conecten, sino poligénesis, es decir, identidad común de intolerancia y fanatismo en los mecanismos de pensamiento. La persecución de pastores evangélicos que pretenden difundir su credo, la imposición, incluso violenta e incluso en Europa, de usos «islámicos» (vestimenta, tabúes alimentarios), o el mero lema de la Gendarmería marroquí («Dios-Rey-Patria»: ¿les suena?) forman parte de un universo donde la sola mención de conceptos blanditos como la Alianza de Civilizaciones no más incitan a la risa y el desprecio.

A lo más que podemos aspirar -de parte de significados dirigentes musulmanes- es a declaraciones retóricas que menudean y entreveran con amenazas y muestras de incomparable desvergüenza. Nada menos que el Secretario del Congreso Mundial de Fes, Abduljalil Sajid (sic) contestaba (ABC, 19-2-06) a la pregunta de la justificación de la violencia en el islam: «No. Lo que hay son agravios. El colonialismo robó en nuestros países. Luego lo que se ha producido son reacciones a esas situaciones de injusticia, como ocurrió en su día en Suráfrica y ahora pasa en Chechenia, Cachemira o Palestina. Quienes se levantan contra la ocupación no necesitan la sanción de las autoridades religiosas, actúan por agravio, por odio. (…) El islam condena la violencia y predica la resistencia y la paciencia. El islam ya es la segunda religión de Europa y los europeos no tienen nada que temer». Es lícito preguntarse por la credibilidad de tales palabras, teniendo en cuenta que continuamente se detectan células islamistas en España (incluidas Ceuta y Melilla), que en nuestro país entran a la cañona cuantos marroquíes quieren, o que nosotros somos considerados por personajes como el precitado injustos ocupantes de al-Andalus, que debe retornar a sus auténticos dueños. En este contexto tampoco parece razonable tomar en serio ingenuidades (en caso de que lo sean) como la de Saad Eddin Ibrahim (ABC, 17-2-06): «Hay que procurar ampliar el espacio público de los demócratas del mundo musulmán, de modo que hay que impulsar los medios de comunicación libres y los sistemas judiciales independientes que protejan la libertad de prensa (…) se debe entablar y mantener un diálogo activo que implique a los islamistas». O informamos adecuadamente y con claridad a nuestra gente de lo que está ocurriendo en el país fronterizo, o en la calle donde residimos, o las próximas generaciones van a pasar momentos muy amargos.

LA GESTA DEL 12 DE OCTUBRE


La gesta del 12 de Octubre.


Emilio Atienza Rivero
(En Ideal de Granada, 12.10.15)
 
Como tantas cosas, la celebración del 12 de Octubre como fiesta nacional en la pálida España de finales del siglo XIX, fue resultado de la presión de las repúblicas hispanoamericanas, en absoluto del autodenostado imperialismo español. En 1881, el IV Congreso de Americanistas aprobó una resolución para que los gobiernos del mundo civilizado declarasen festivo el 12 de octubre de 1892 y construyesen monumentos a Cristóbal Colón para conmemorar el cuarto centenario del Descubrimiento. En 1885 insistió en ello la Unión Ibero-Americana, constituida para la efeméride del IV Centenario, y que trabajó para que se conmemorase en España, Portugal e Hispanoamérica.

El gobierno español de la Restauración, y los de varios países americanos, declararon festivo el día en que se cumplieron cuatro siglos del grito de Rodrigo Triana anunciando tierra, con lo que el 12 de Octubre fue la primera efeméride civil de la edad moderna celebrada por varios países. Sólo que, como suele ocurrir, una vez que pasó 1892, el 12 de Octubre cayó en el olvido institucional que no popular. El auge de la fecha llegó en la segunda década del siglo XX, y fue en la orilla americana del Atlántico donde se proclamó fiesta nacional. Las primeras lo hicieron a partir de 1910: Panamá, República Dominicana, Honduras, Guatemala, Paraguay, Bolivia, El Salvador, Ecuador y Uruguay. El 4 de octubre de 1917, el presidente Hipólito Irigoyen lo hizo con especial énfasis en Argentina:

“(...) siendo eminentemente justo consagrar la festividad de esta fecha en homenaje a España, progenitora de naciones, a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal, que debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento”.

Unos días más tarde hizo lo mismo el presidente Pardo del Perú. En el decreto de 10 de octubre, la festividad se instituyó en "homenaje a la Nación española y a Cristóbal Colón". Así, sin complejos.

En España fue el Gobierno de unión nacional presidido por Antonio Maura el que presentó a las Cortes un proyecto de ley que fue aprobado el 15 de junio de 1918, en los siguientes términos, más propios del lenguaje militar por su parquedad: “Se declara fiesta nacional, con la denominación de Fiesta de la Raza, el día 12 de Octubre de cada año”. Siguieron  Venezuela y Chile (1921), Cuba (1922) y México (1929).

Así quedó instituida en España esta fecha como Fiesta de la Raza entre 1918 y 1958, en que por decreto pasó a ser Fiesta de la Hispanidad y desde 1981 Día Nacional de España, con lo que se diluye notablemente su mensaje.[

El término de “día de la raza”, acuñado en tierras americanas y desprovisto de una visión étnica, suscitó las voces críticas de Miguel de Unamuno y del sacerdote Zacarías de Vizcarra, porque la exaltación de la raza contradecía el contenido católico e histórico del comportamiento español en América. Sería otro vasco, Ramiro de Maeztu, quien en su etapa de embajador de España en Argentina se convirtió en un propagandista del concepto Hispanidad, como deja bien claro en la revista Acción Española en 1931:

“La Hispanidad, desde luego, no es una raza. (...) Sólo podría aceptarse en el sentido de evidenciar que los españoles no damos importancia a la sangre, ni al color de la piel, porque lo que llamamos raza no está constituido por aquellas características sino por aquellas otras que son luz del espíritu, como el habla y el credo. La Hispanidad está compuesta de hombres de las razas blanca, negra, india y malaya, y sus combinaciones, y sería absurdo buscar sus características por los métodos de la etnografía”.

La II República mantuvo la fiesta del 12 de Octubre, con participación de todos los Gobiernos de la época. No sólo asistían ministros a los actos con embajadores de las repúblicas hispanoamericanas, sino que se desarrollaban desfiles con la bandera tricolor. La Generalidad catalana y las embajadas españolas daban recepciones. Y el nombre oficial seguía siendo el de Día de la Raza.

La última celebración en la relativa paz del régimen republicano fue la correspondiente a 1935.  

La Academia Española introdujo en la edición de su diccionario de 1936 una nueva definición de hispanidad: Carácter genérico de todos los pueblos de lengua y cultura españolas. Hasta entonces, hispanidad sólo significaba el uso de palabras y giros de la lengua española en otros idiomas. 

Recuperada la democracia la UCD aprobó el Real Decreto 3217/1981, de 7 de octubre, en el que se decía: La singular importancia del día doce de octubre, Fiesta de la Hispanidad, en la que se conmemora el descubrimiento de América y el origen de una tradición cultural común a los pueblos de habla hispánica, aconseja dar a su celebración la máxima solemnidad y permanencia en todo el ámbito nacional. 

El Gobierno de Felipe González reguló de nuevo el 12 de Octubre por Ley 18/1987, de 7 de octubre, establece esa fecha como la de la Fiesta Nacional de España, prescindiendo de la denominación de Día de la Hispanidad.

Pese a los circunloquios, los separatistas siguen sabiendo que el 12 de Octubre evoca a España y una gesta grandiosa. Por eso no van a los actos conmemorativos.

El Glorioso



                                        “El Glorioso”


                                     Emilio Atienza
[1]


El Museo Naval de Madrid ofrece hasta el próximo octubre un recorrido por la historia de la mar y de sus navegantes más singulares de la mano ágil, lúcida y valiente de Arturo Pérez Reverte, que ya sabemos como se las gasta a la hora de escribir las verdades del barquero.
 
En once referencias temáticas que arrancan en los Argonautas y concluye en la heroicidad final del Bismarck. Sin olvidarse, no podía ser de otra manera de los grandes navíos, que bajo bandera española forjaron y mantuvieron un imperio: Se suceden las referencias a la Nao Victoria de Magallanes, la galera Marquesa en la que combatió Cervantes en Lepanto, el San Juan Nepomuceno de Churruca, la fragata Numancia, uno de los barcos más avanzados de la segunda mitad del XIX. También están presentes referencias literarias del Nautilus de Nemo y al Pequod del capitán Ahab y su obsesión por cazar a Moby Dick. Todo un recorrido por buques singulares y hombres excepcionales que han dejado huella en la Historia, en la que son leyenda.
 
La muestra de Pérez Reverte invita a navegar por la historia que encierra en sus salas el Museo Naval. En él encontramos referencias a gestas de honor y valor, que se hacen vida al contemplar uniformes, objetos personales, instrumentos de navegación y armas de sorprendente precisión que mantuvieron a raya a los corsarios británicos y holandeses, empeñados en acciones corsarias por las costas españolas.
 
Siempre me han parecido los museos militares espacios excelentes para conocer la historia real, de españoles que tuvieron su tabla de valores y su sentido de la patria meridianamente claros, de valerosos marinos que sabían lo que era morir de un astillazo, un impacto directo de cañón, pero sin titubear por ello en defender la bandera que, en el palo mayor, representaba a su rey, a su patria y a su modo de vida. No eran locos ni fanáticos, sino gentes ilustradas, muy cultas y de gran nivel científico, citar a Jorge Juan, Gabriel Císcar, Cosme Damían Churruca, Benito Barceló, Blas de Lezo… es iniciar una lista interminable de héroes en el saber y el sacrificio.
 
¡Cuánto aprendemos recorriendo las salas del Museo Naval de Madrid en el que debería estar la galera de Don Juan de Austria, presentada con evidente desinterés en las Atarazanas de Barcelona!
 
En uno de sus testeros cuelga, entre múltiples cuadros de navíos españoles con historia, uno que llama la atención por su nombre “El Glorioso”, puede parecer un tanto presuntuoso su nombre, infrecuente en las denominaciones de los buques de guerra españoles, pero, en realidad es más que merecido.
 
“El Glorioso” fue un navío de dos puentes y 70 cañones que mandaba don Pedro Mesía de la Cerda, un cordobés veterano de expediciones con ya unos años de servicio en aguas americanas. En el verano de 1747, “el Glorioso” partió de la Habana transportando cuatro millones de pesos acuñados en monedas de plata. Fue una travesía sin incidentes, hasta que en las Azores se encontró con tres buques de guerra, dos de ellos, la fragata “Lark” y el navío “Warwick” que salieron a perseguirlo. Era noche cuando lo alcanzaron. Tras un cruce de disparos la fragata quedó inservible y tuvo que retirarse del combate, hundiéndose poco después. El “Warwick” se sumó al combate, después de hora y media de fuego continuo había perdido el palo mayor y su mastelero de trinquete y no tuvo más remedio que dejar paso al “Glorioso”.

El buque español presentaba también algunos daños que no le impidieron dirigirse a la costa para poner a salvo su valiosa carga. El 14 de agosto, el vigía avistó entre la niebla el cabo Finisterre, y a la vez las siluetas de tres grandes navíos. Se trataba de parte de la escuadra del almirante Byng. El capitán De la Cerda preparó sus cañones. El primero en atacar fue el navío inglés “HMS Oxford”, armado con 60 cañones, que cruzó hierro y pólvora con el “Glorioso” durante más de tres horas. Los tres sometieron a un fuego continuo al buque español, que se defendió con bravura y los hizo retroceder hasta conseguir entrar en el puerto de Corcubión. Por haber dejado escapar al enemigo pese a su superioridad manifiesta, los comandantes del “Oxford”, el “Falcon” y el “Shoreham” fueron sometidos a un Consejo de Guerra nada más desembarcar en Inglaterra, por negligencia en el combate.
 
“El Glorioso” con serios daños en la popa se dirigió Cádiz. A la altura del cabo San Vicente lo encontraron cuatro fragatas comandadas por el corsario George Walker, la “Royal Family”, sumaban 120 cañones y casi mil hombres. El combate desigual fue inevitable. Después de soportar doce horas de fuego cruzado el capitán De la Cerda, sin municiones, con el casco literalmente destrozado y los aparejos inservibles pero a flote, rindió “el Glorioso”, el 19 de octubre de 1747.

Los británicos, con su arraigado sentido del honor, trataron a los españoles con todos los honores. “El Glorioso” se había enfrentado a cuatro navíos y siete fragatas, dañándolos seriamente. Desde entonces, la marina española mantiene siempre en activo un barco con su nombre.











[1] IDEAL, 29 de junio de 2015, publicado en sus tres ediciones para Jaén, Málaga y Granada.

LA BANCA, EL FRAUDE FISCAL Y EL NEW YORK TIMES, articulo de Vicenç Navarro

"Sé el cambio que quieres ver en el mundo" LOS RICOS controlan los periódicos españoles Y NO LES PERMITEN PUBLICAR ESTO... Que todo el mundo lo sepa.... y que no se libren de que se sepa a gran escala..... The New York Times publica los nombres de los grandes defraudadores españoles Date: Wed, 9 Apr 2014 Se entiende el silencio de la prensa y la radio...ante tanto fraude...... TODO. NO SE SALVA NADIE.AQUÍ LO TENEÍS CON NOMBRES Y TODO New York Times publica los nombres de los grandes defraudadores españoles LA BANCA, EL FRAUDE FISCAL Y EL NEW YORK TIMES, articulo de Vicenç Navarro El New York Times ha ido publicando una serie de artículos sobre Emilio Botín, presentado por tal rotativo como el banquero más influyente de España, y Presidente del Banco de Santander, que tienen inversiones financieras de gran peso en Brasil, en Gran Bretaña y en Estados Unidos,además de en España. En EE..UU. el Banco de Santander es propietario de Sovereign Bank. Lo que le interesa al rotativo estadounidense no es, sin embargo, el comportamiento bancario del Santander, sino el de su Presidente y el de su familia, así como su enorme influencia política y mediática en España. Un indicador de esto último es que ninguno de los cinco rotativos más importantes del país ha citado o hecho comentarios sobre esta serie de artículos en el diario más influyente de EE.UU. y uno de los más influyentes del mundo. Una discusión importante de tales artículos es el ocultamiento por parte de Emilio Botín y de su familia de unas cuentas secretas establecidas desde la Guerra Civil en la banca suiza HSBC. Por lo visto, en las cuentas de tal banco había 2.000 millones de euros que nunca se habían declarado a las autoridades tributarias del Estado español. Pero, un empleado de tal banco suizo, despechado por el maltrato recibido por tal banco, decidió publicar los nombres de las personas que depositaban su dinero en dicha banca suiza, sin nunca declararlo en sus propios países. Entre ellos había nada menos que 569 españoles, incluyendo a Emilio Botín y su familia, con grandes nombres de la vida política y empresarial (entre ellos, por cierto, el padre del President de la Generalitat, el Sr. Artur Mas; José María Aznar; Dolores Cospedal; Rodrigo Rato; Narcís Serra; Eduardo Zaplana; Miguel Boyer; José Folgado; Carlos Solchaga; Josep Piqué; Rafael Arias-Salgado; Pío Cabanillas; Isabel Tocino; Jordi Sevilla; Josu Jon Imaz; José María Michavila; Juan Miguel Villar Mir; Anna Birulés; Abel Matutes; Julián García Vargas; Ángel Acebes; Eduardo Serra; Marcelino Oreja...). Según el New York Times, esta práctica es muy común entre las grandes familias, las grandes empresas y la gran banca. El fraude fiscal en estos sectores es enorme. Según la propia Agencia Tributaria española, el 74% del fraude fiscal se centra en estos grupos, con un total de 44.000 millones de euros que el Estado español (incluido el central y los autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto, casi alcanza la cifra del déficit de gasto público social de España respecto la media de la UE-15 (66.000 millones de euros), es decir, el gasto que España debería gastarse en su Estado del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios a personas con dependencia, y otros) por el nivel de desarrollo económico que tiene y que no se gasta porque el Estado no recoge tales fondos. Y una de las causas de que no se recojan es precisamente el fraude fiscal realizado por estos colectivos citados en el New York Times. El resultado de su influencia es que el Estado no se atreve a recogerlos. En realidad, la gran mayoría de investigaciones de fraude fiscal de la Agencia Tributaria se centra en los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude fiscal representa -según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado español- sólo el 8% del fraude fiscal total. Es también conocida la intervención de autoridades públicas para proteger al Sr.Emilio Botín de las pesquisas de la propia Agencia Tributaria. El caso más conocido es la gestión realizada por la exVicepresidenta del Gobierno español, la Sra. De la Vega, para interrumpir una de tales investigaciones. Pero el Sr. Botín no es el único. Como señala el New York Times, hace dos años, César Alierta, presidente de Telefónica, que estaba siendo investigado, dejó de estarlo. Como escribe el New York Times con cierta ironía, "el Tribunal desistió de continuar estudiando el caso porque, según el juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los hechos y su presentación al tribunal". Una medida que juega a favor de los fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar la investigación. Fue nada menos que el Presidente del Gobierno español, el Sr. José Mª Aznar, que en un momento de franqueza admitió que "los ricos no pagan impuestos en España". Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de los súperricos se justifica con el argumento de que, aún cuando no pagan impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos. El Presidente de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Artur Mas, ha indicado que la subida de impuestos de los ricos y súper ricos tiene más un valor testimonial que práctico, pues su número es escaso. La solidez de tal argumento, sin embargo, es nula. En realidad, alcanza niveles de frivolidad. Ignora la enorme concentración de las rentas y de la propiedad existente en España (y en Catalunya), uno de los países donde las desigualdades sociales son mayores y el impacto redistributivo del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al año que no se recaudan de los súper ricos por parte del Estado hubieran evitado los enormes recortes de gasto público social que el Estado español está hoy realizando. Pero otra observación que hace el New York Times sobre el fraude fiscal y la banca es el silencio que existe en los medios de información sobre tal fraude fiscal. Tal rotativo cita a Salvador Arancibia, un periodista de temas financieros en Madrid, que trabajó para el Banco Santander, que señala como causas de este silencio el hecho de que el Banco Santander gasta mucho dinero en anuncios comerciales, siendo la banca uno de los sectores más importantes en la financiación de los medios, no sólo comprando espacio de anuncios comerciales, sino también proveyendo créditos -aclara el Sr. Salvador Arancibia-" ...medidas de enorme importancia en un momento como el actual, donde los medios están en una situación financiera muy delicada". De ahí que tenga que agradecer al diario que se atreva a publicarlo, porque hoy, artículos como los que publica el New York Times y el mío propio, no tienen fácil publicación en nuestro país. Es lo que llaman "libertad de prensa". Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

Recomendaciones de la Comisión Europea a España para el período 2012-2013:

Recomendaciones de la Comisión Europea a España para el período 2012-2013:

Las recomendaciones son obvias, de sentido común, pero España sigue siendo diferente, sigue encorsetada por estructuras monopolísticas y de oligopolio diseñadas para enriquecimiento desmedido de unos pocos y miseria de la mayoria, lo que no habría sido posible sin el apoyo fundamental de los sucesivos gobiernos democráticos pero alejados de la realidad socioeconómica del país, pero todo es inútil mientras este país siga en manos de los de siempre que desde la sombra y con generosas dádivas compran voluntades sólo que puede que en algún momento surja la hoz que las corte definitivamente y a un costo que nadie en su sano juicio desea, sólo que a eso poco egoístas ni el buen juicio les abre sus entendederas a la razón y a lo oportuno. Walter Benjamin hablaría del huracán de la historia. Al tiempo!

Mientras no cambien los dioses no cambiará nada


Sinceramente hemos entrado en una situación muy, muy preocupante y me temo que los gurús financieros no van a tardar en plantear la insostenibilidad del Estado del Bienestar y plantear sin rubor el modelo productivo asiático. Espero que la sociedad europea no acepte estas realidades como inevitables porque no es así. Hoy en un suplemento económico he leído como al tiempo que han bajado los beneficios de grandes empresas, reducido plantillas de trabajadores, sus ejecutivos se han subido sus ingresos el 85%. Es evidente que las crisis las soportamos los de siempre, aunque también la distribución de la carga va por países en Europa, en relación directa al rigor de sus administraciones y lo que viene pasando en Grecia es tremendo pero real. Aquí las cosas no han llegado tan lejos pero mucho me temo que a la vista de ciertos parámetros, no sólo económicos sino de inversiones de futuro lo llevamos crudo. En I+D+i seguimos con valores manifiestamente mejorables y desde luego la base del crecimiento pasa por incrementar las inversiones en este capítulo, sirva de referencia la cifra de patentes, por ejemplo, el 40% del total de la UE son alemanas mientras que España apenas llega al 1'2%. La inversión española en este ámbito fundamental se viene reduciendo desde 2008 mientras que Alemania y EE.UU. la han aumentado sensiblemente, Alemania este año lo ha aumentado en un 7'2%. Desde luego la economía europea en general y la española más, necesitan mejorar su tecnología, innovación y con ello lo hará su productividad, no puede ser cargar el costo de la producción exclusivamente en los salarios y costos del Estado del Bienestar al que desde hace años se le viene minando sistemáticamente ante la actitud de "tentetiesos" de la CASTA política que gobierna muchos países de la Unión. Si mejoramos la tecnología con innovación seguro que rentabilizamos el proceso, si además abaratamos costos de administración, financieros, liquidamos un modelo de estado que me parece costosísimo, insoportable en situaciones de crisis tal y como estamos viendo, si además recurrimos a cuadros bien formados para la gestión de lo público, si, además, aumentamos el tamaño de las empresas de nuestra economía, en España las PYMES aportan el 60% del PIB y en Alemania el 40% que dan trabajo al 60% de su población activa y en España al 82%. Hay más datos para entender la situación, hoy cuando la farmacéutica Roche anuncia que deja de suministrar sus medicamentos a la sanidad griega y advierte a España, creo debe saberse que en la Memoria anual del IBEX 35 del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa se nos dice que ente 2007 y 2009 las empresas del IBEX han reducido su contribución fiscal en un 55% a la vez que sus depósitos en paraísos fiscales aumentaron significativamente y sus beneficios ni por asomo descendieron en valores aproximados, ni remotamente. El mismo informe nos dice que aunque sus a beneficios correspondería en muchos casos un gravamen del 30%, raramente alcanzan el 10%. No deja de llamar la atención que si bien España tiene empresas de vanguardia mundial en algún sector productivo no tiene a ninguna en puesto de cabeza en inversión tecnocientífica o de investigación. Quizá de Alemania tendríamos que adoptar otros muchos ejemplos de eficacia, pero desde luego el primero debería ser el desarrollar un sistema verdaderamente eficaz y estricto, lo que es sin duda una eficaz contribución para que el Estado haga frente a sus compromisos sociales y públicos en general. Tengo un buen amigo que sabe muchísimo de Economía y hábilmente maneja un ejemplo muy pedagógico que reconozco que me desconcertó cuando me lo planteó, no he dejado de darle vueltas a sus argumentos y sinceramente creo que hay resquicios por los que se escapa la posibilidad/necesidad de mantener el Estado del Bienestar.

¿Urge la liberalización de las Farmacias en España?

¿Urge la liberalización del sector farmacéutico en España?
JOSÉ RAMÓN CARRILLO RODRíGUEZ (Artículo publicado en el Digital de Canarias)
Muchas de las farmacias en nuestro país que hoy en día están situadas en sitios y lugares estratégicos de las ciudades Españolas fueron otorgadas por el anterior régimen militarista y dictatorial a dedo entre sus familias de adeptos y en planeamientos urbanos estratégicamente privilegiados, que les permitió a sus actuales dueños o titulares (como a ellos les guste mas) hacerse con un monopolio de un sector tremendamente productivo aquí en España el cual no ha dejado de crecer cada día mas. 

La Comisión Europea pidió hace ya algún tiempo (2006) y oficialmente a España que eliminara las restricciones legislativas al establecimiento de farmacias al considerar que podrían vulnerar los principios del libre comercio, advirtiendo que de no llevarse a cabo podría España ser sancionada económicamente con una fuerte suma de dinero. 

Cuando nos encontramos con casos como el que nos ocupa, dudamos de si es verdad que vivimos en un país democrático, y que son los partidos políticos quienes gobiernan esta país con criterios propios, rigiéndose por nuestra carta magna, o lo que se hace es obedecer lo que ordenan los poderosos e influyentes titulares de farmacias, acostumbrados a el manejo del sector como dueños y señores de un importante monopolio, que solo les pertenece a ellos. 

El DICTAMEN MOTIVADO estaba dirigido al Reino de España en virtud del artículo 226 del tratado constitutivo de la Comisión Europea y es debido a determinadas restricciones en materia de establecimiento de farmacias que aplica el actual sistema legislativo Español. 

Desde el observatorio caleidoscópico al leer este Dictamen Motivado, entendemos que el mismo viene dirigido al Gobierno de España, concretamente al Ministerio de Sanidad, que es el órgano a quien competente la regularización del sistema y por el que se rige el sector farmacéutico en este país, y no venia dirigido a los farmacéuticos, ni a los colegios ni tan siquiera a la F.E.F.E., (Federación empresarial de farmacéuticos españoles), ni al C.G.C.O.F., (Consejo general de colegios oficiales de farmacéuticos) etc., 

Nosotros creemos, que quien debería haber respondido, con su propio criterio, con independencia, con su punto de vista político, sobre este escabroso tema ante la Comisión Europea, era el Ministerio de Sanidad en legítima representatividad del Reino de España, que es a quien dirigió el dictamen la comisión, pero no sucedió así. 

El Ministerio de Sanidad, cuando recibe el Dictamen motivado, inmediatamente envía copia del mismo a los dirigentes (Gerentes), del sector farmacéutico, F.E.F.E.-- C.G.O.C.F. solicitando su colaboración para poder dar respuesta a la comisión europea, y el ministerio necesitaba sendos escritos oficiales que le diesen razones de peso para poder hacer frente a lo que la CE opina sobre las restricciones en materia de establecimientos de oficinas de farmacia, lo que CE quería saber, es por que razón no se liberaliza el sector farmacéutico en España, dando la oportunidad a los miles de licenciados en farmacia, actualmente en paro, o emigrando a otros países a poder establecerse donde quieran y pode ejercer libremente su profesión. 

En España, concretamente en su Ministerio de Sanidad, que es quien debería tomar decisiones responsablemente y bajo su propio criterio político, parece ser que esto se hace según el criterio de los representantes de los titulares de farmacia, ya que sobre este tema a lo que hace referencia el Dictamen motivado, esta muy claro lo que iban a decir los monopolistas del sector para retrasar el proceso cuanto pudieran, y así año que pasa cuenta corriente que aumenta, y ya luego si hay sanción pues pagara el estado o sea todos nosotros, pero eso si, ganar ganaran solo ellos, por un lado los políticos que no quieren jaleos con el poderoso sector, y los poderosos al poder seguir enriqueciéndose por mas tiempo aun del que lo llevan haciendo, en conclusión: puras políticas sociales. 

Al Ministerio de Sanidad no le interesa pronunciarse sobre nuestro obsoleto y monopolizado sistema farmacéutico, y se debería producir un profundo debate entre los jóvenes farmacéuticos (que se tienen que subyugar a trabajar para los monopolistas o irse a otro país) y con los dueños del sector, pero con ellos con los titulares de las farmacias, y no mandando a sus bien pagados lobbys a Bruselas a que les resguarden sus negocios, presionando constantemente al poder político. 

Es inadmisible que un ministerio como el de sanidad haga caso omiso a la constitución española, y junto con los representantes de los farmacéuticos se haga un frente común, para impedir o retrasar, que la CE haga prevalecer el derecho al libre establecimiento y ejercicio de la profesión, y así desde ese binomio de poder impedir con artimañas barriobajeras y un discurso tramposo que no se creen ya ni ellos mismos, el que miles de licenciados en farmacia, se vean obligados a trabajar como empleados, o como farmacéuticos adjuntos por un sueldo de miseria, y lo tengan que hacer para otros señores que han estudiado lo mismo y cuyo titulo les iguala ante el estado, para que puedan todos los farmacéuticos españoles establecerse libremente para ofrecer un mejor servicio y una mejor atención en materia farmacéutica a los ciudadanos de esta país. 

Desde el observatorio llegamos a la conclusión irrefutable e inequívoca, después de haber analizado otros modelos en países mas avanzados y menos avanzados también de que es este sistema Español, uno de le mejores modelos de farmacia no solo de Europa sino del mundo mundial, pero solo para los titulares de farmacia y sus herederos. 

A Continuación pasen y lean lo que escribe este joven emigrante canario del siglo XXI: 

Carta abierta de un joven farmacéutico recién licenciado en Tenerife 

Yo soy de los que estudió farmacia por vocación. Por suerte o por desgracia no tengo un padre o una madre de los que pueda heredar una farmacia. 

La ilusión típica cuando uno empieza una carrera universitaria se desvanece poco a poco cuando te empiezas a dar cuenta de como funciona el rollo después de la licenciatura. 

Y es que ni siquiera en las asignaturas de legislación y deontología te explican como puedes tener tu propia farmacia, debe ser porque no les interesa que lo sepas hasta que ya es demasiado tarde. 

Y es que un licenciado en farmacia en España no puede establecerse libremente como cualquier otro profesional en este democrático país. 

Para empezar tienes que esperar a que el gobierno autonómico convoque un concurso de nueva apertura de oficinas de farmacia, las cuales luego se otorgarán a aquellos que obtengan mayor puntuación en un sistema injusto de baremación en el cual el recién licenciado no tiene la más mínima posibilidad. Luego de este concurso vendrá el periodo de reclamaciones que en el mejor de los casos dilatará el concurso cuatro o cinco años y luego de esto se resolverá el concurso. Incluso después de otorgada la farmacia en titularidad corresponde al “afortunado” lidiar con el alcalde y el concejal de turno para conseguir un local adecuado y acondicionado, porque hete aquí que encima no puedes poner la farmacia donde quieras, sino donde te dice el alcalde. 

En fin, que al final de todo al recién licenciado lo que le queda es la vida de adjunto, trabajando para un titular que nunca está, que no se preocupa de su negocio 
porque la farmacia genera dinero sola, y que paga una miseria a un profesional del mismo nivel que él mismo y que nunca se pagaría a si mismo lo que paga al adjunto. 
Viendo y sabiendo y habiendo trabajado en este sistema, que los mismos políticos y defensores interesados del sistema llaman “el mejor del mundo” decidí emigrar a un país en el que puedo ejercer mi profesión de una manera mucho más libre y más justa. 
Elegí el Reino Unido como destino porque para empezar ellos te buscan a ti. Tienen empresas que buscan farmacéuticos por toda Europa y ponen anuncios en las facultades (muchas veces en contra de los propios decanos que ven eso como una deserción, como si le debiéramos algo al país o algo así). 

Me hicieron la entrevista en Tenerife, mandaron a un representante solo para eso, firme el contrato el día de la entrevista y me pagaron el primer mes en un hotel. ¿Alguien aquí 
en España se tomaría esas preocupaciones? No lo creo. 

A parte de eso las condiciones de trabajo son infinitamente mejores que en España. El salario es más del doble de lo que cobro en España (y la vida no es más cara como se 
empeñan en enredar algunos),tengo 5 semanas de vacaciones, me pagan la colegiación ,las horas extras y el transporte. Pero no solo es la diferencia económica o que hace el cambio, sino la social y personal. En Inglaterra se ve al farmacéutico como el profesional más valorado por la sociedad, por encima de médicos, policías, bomberos, etc....Cuando la gente pregunta por el farmacéutico para hacer sus consultas esperan pacientemente a que tu tengas un minuto libre, porque saben que la profesión no te deja mucho tiempo libre, y luego de atenderlos te dan las gracias por tu tiempo y por haberlos atendidos. No solo eso. Además no te juzgan por tu apariencia si eres joven, como pasa en España, donde si te ven más o menos jovencito, prefieren hablar con el farmacéutico más viejo. Aquí no dudan de tus conocimientos y te respetan. 

Al contrario de la idea general, la responsabilidad del farmacéutico aquí sobre el medicamento es total y absoluta. Nada se dispensa y la mayoría de las medicinas de 
venta libre no se venden sin el consentimiento del farmacéutico. Al contrario de lo que pasa en España, donde los auxiliares venden, dispensan y dan consejo sin tener la 
formación necesaria. 

También es común en España la idea de que en Inglaterra, al estar liberalizado el sector, los precios de los medicamentos cambian según el lugar donde uno viva, la 
farmacia donde compre, etc. Otra gran mentira. Los medicamentos en Inglaterra ni siquiera tienen precio de venta al público, como pasa en España, porque cuando uno tiene que pagar por medicamentos paga una cantidad fija, no un porcentaje, como pasa en España. 

El control de los medicamentos es mucho mayor en Inglaterra, y por supuesto a nadie se le pasa por la cabeza vender un medicamento que es con receta sin la misma, como pasa en España, donde mientras se pague el precio, se puede comprar casi cualquier medicamento.¿Es ese el supuesto control de calidad que predican en favor del modelo español? 

Huelga decir que el día que decida poner mi propia farmacia lo puedo hacer sin ningún tipo de restricción. 

Resumiendo, la vida para un farmacéutico español en Inglaterra es reconocimiento profesional, personal y evolución y mi respuesta a quien me pregunte si volvería a trabajar en España como farmacéutico, es clara, no lo haría.

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