A propósito de la Toma de Granada

”Ganada es Granada”


                       Un año más se suma al medio milenio de historia que acumula la conmemoración de la Toma de Granada por los Reyes Católicos. Ante este acontecimiento quisiéramos recordar, sobre todo a las jóvenes generaciones, lo que significó aquel magno acontecimiento. Fue el punto final al largo proceso histórico que se inició en el 711 con la invasión islámica del reino visigodo, sentido como ”la pérdida de España” y suceso inaceptable y pasajero. Desde aquel mismo momento se generó en la conciencia de los cristianos recluidos en los territorios del Norte la conciencia de recuperar esa “España perdida”, convertida así en razón permanente de toda nuestra Edad Media. Es por esto que, a pesar de la indudable presencia de elementos árabes y beréberes, España es la nación más europea de toda Europa, sencillamente porque eligió serlo cuando su destino bien pudo ser otro. Ninguna otra nación tuvo la oportunidad de decidir entre ser cristiana o musulmana, de cultura y lengua árabe. España quiso incorporarse a la cristiandad o sea ser europea y occidental, que es lo que significaba tal elección.

La Reconquista fue una lucha mantenida durante casi ocho siglos contra toda circunstancia, unas veces con brío otras con cansancio y hasta desaliento pero sin renunciar nunca al objetivo final, que no era otro que devolver a España a su incuestionable posición en la historia europea. Tal y como se deduce de las crónicas de la época que coinciden al plantear la situación como un contratiempo transitorio e inadmisible. La España que sobrevivió a la destrucción del reino visigodo perduró en forma de anhelo tenaz para recuperarla, que asumieron los Reyes Católicos como continuadores de sus antepasados los monarcas visigodos, tal y como manifestaron a la embajada del Papa en 1489. Fue la suya una actitud derivada de la firme convicción de un derecho de origen y de la necesidad de restituir la soberanía y condición cristiana y europea de España. Alcanzaron su objetivo final mediante en la campaña más fulgurante de la historia de este proceso de recuperación, y fue fulgurante porque la acometió un Estado con una diplomacia, una administración y un ejército moderno, que mostraría su eficacia durante casi doscientos años en los que se hizo posible la difusión de la cultura occidental desde el cabo de Hornos a Terranova.

Los historiadores coinciden en el valor simbólico y real de la conquista de Granada, y confirman desde Alfonso III, Rodrigo Jiménez de Rada y la “Estoria de España” de Alfonso X, el Sabio, que la monarquía astur-leonesa se tenía como sucesora del reino visigótico, que fue asumido por Castilla para recuperar la unidad lingüística, administrativa y política creada por Roma según Ramón Menéndez Pidal, y posteriormente fortalecida por el catolicismo que asumen los visigodos y configuran el estado toledano con unas estructuras políticas unitarias en las que surgen las primeras instituciones colegiadas para asesoramiento y cierto control del monarca, además de un desarrollo jurídico y cultural originalísimo.

La rendición de Granada coronó una lucha sostenida de ocho siglos, que aspiraba a restaurar lo arrebatado y que una vez logrado el objetivo final se convirtió en una de las referencias fundamentadoras de la idea de la nación española. Tesis que asumió la historiografía liberal del XIX, llegó a su paroxismo en el XX y en los últimos años tiende a una posición de mayor objetividad de la realidad histórica, sin modificar sus conclusiones fundamentales pero incorporando visiones críticas a aspectos puntuales del período. Liberales como Segismundo Moret, Alcalá Galiano y Modesto Lafuente, el historiador más leído hasta 1936, coinciden en afirmar el esfuerzo de Castilla para superar las consecuencias disgregadoras de nuestra anormal Edad Media y configurar una realidad auténtica vinculada a un espacio geográfico perfectamente definido. “Coronada la cruzada de ocho siglos, escribe Alcalá Galiano, todo parecía anunciar una era de grandeza y de gloria para la nación (que) una vez afianzada su independencia con la total expulsión de los rebeldes (…) formaba un solo cuerpo, robusto, lleno de vida, aparejado y dispuesto a las más difíciles empresas”. Afirmación que asumió Modesto Lafuente que reafirma: “En la memoria histórica del pueblo español, los Reyes Católicos han permanecido como creadores de la España moderna, y la conquista de Granada como su acontecimiento fundacional”.

El largo y agotador empeño que supuso la Reconquista no habría sido posible sin unos “principios ideológicos y programáticos” precisos, es decir lo que Julián Marías en su “España inteligible” denomina “argumento” o ideal, que es lo más humano que cabe imaginar, es la clave de su inteligibilidad, tan negada por algunos pero afortunadamente tan evidente para la inmensa mayoría. Un gran humanista de aquel año crucial DE 1492, Antonio de Nebrija, escribía en agosto en el prólogo a su Gramática castellana, dedicada a la figura de la reina Isabel, con clarividencia sorprendente lo trascendencia de lo sucedido en enero: “la buena dicha de que las partes y pedazos de España, que estaban por muchas partes derramados, se redujeron y unieron en un solo reino. De tal forma que muchos siglos, injuria y tiempo no la podrán romper ni desatar”. Resulta asombrosa la visión de futuro de este humanista al analizar lo que sucedía ante sus ojos, aquel hecho que Sempronio refiere en el tercer acto de La Celestina con notable alegría: “Ganada es Granada”, pero en realidad lo que se había ganado era la “España perdida”.

Nos abruma lo que se dice en estos albores del siglo XXI, pero más aún las realidades de las que no se hablan o se tergiversan, y que sólo se pueden entender desde el desconocimiento de la historia, que empobrece el entendimiento y hasta hace posible el primitivismo.

La importancia del gran humanista Nebrija está en lo que intuyó iba a suceder, pero más aún en lo que tuvo claro que no podría suceder, por lo que imagino cual sería su pasmo si escuchase las barbaridades que se dicen en su país quinientos años después: que la Reconquista de Granada fue una “invasión” y por supuesto un error, un “error” que nos restituyó a la senda de la que sólo fuimos arrebatados por la invasión del 711. Gracias a la Toma volvimos al buen camino: a Europa, Occidente, al Renacimiento, a la Tolerancia y a los Derechos humanos.

Me sorprende con frecuencia la falta de acierto de muchas personas de este tiempo para alcanzar a comprender la realidad de lo que acontece ante sus ojos, lo que podrían ver si alcanzasen a captar con su mirada lo que sucede en su alrededor, y no hay que excluir de estos a muchos de los más ilustres, que agobiados y perdidos entre informes y analistas no aciertan a captar el sentido de cuanto acontece en su alrededor, no digamos el futuro, previsible si se acierta en el análisis del presente.

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